En las últimas décadas, la obesidad se ha convertido en un importante problema de salud pública que, según un informe conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), afecta a 140 millones de personas en América Latina y el Caribe. Aunque este trastorno metabólico es considerado una de las más grandes amenazas para la población mundial, una investigación de la Brigham Young University (BYU) en Provo, Utah (Estados Unidos), sugiere que hay dos enemigos más fuertes: la soledad y el aislamiento social.
Los resultados de la investigación revelan que ambas condiciones pueden aumentar el riesgo de muerte prematura hasta en un 50 por ciento; un dato alarmante que hace necesario saber a ciencia cierta qué es soledad y qué el aislamiento social. Este último se entiende como la falta de contacto con otras personas, mientras que la soledad es la sensación de que uno está emocionalmente desconectado de los demás, aun estando rodeado de gente.
Según Julianne Holt-Lunstad y Timothy B. Smith, psicólogos e investigadores de la BYU, "el aislamiento social denota pocas conexiones o interacciones sociales, mientras que la soledad involucra la percepción subjetiva de aislamiento: la discrepancia entre el nivel de conexión social deseada y el real".
De acuerdo con una encuesta realizada en Estados Unidos en 2016, de más de 2 mil adultos, el 72 por ciento informó haberse sentido solo en algún momento de sus vidas. De ese grupo de personas, alrededor del 31 por ciento dijo que se sintió solo al menos una vez a la semana. Estas cifras encienden las alarmas, puesto que la soledad y el aislamiento social suelen asociarse con una mala salud.
Y sí, la soledad puede matar
Los investigadores realizaron dos estudios que analizaron el vínculo entre la soledad, el aislamiento social y la mortalidad, y encontraron que el riesgo de muerte prematura era 50 por ciento menor para los adultos que tenían una mayor conexión con los demás, en comparación con aquellos que estaban socialmente aislados.
El equipo descubrió que el riesgo de muerte prematura asociada con la soledad, el aislamiento social y la vida en solitario era igual o mayor que el riesgo de muerte prematura relacionado con la obesidad, entre otras importantes afecciones de salud.
Aunque se ha demostrado que la soledad puede afectar la salud al elevar los niveles de hormonas del estrés y, a su vez, aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca, artritis y diabetes tipo 2, entre otros, ello no quiere decir que dicha condición de carácter mental y emocional no pueda ser combatida y tratada de forma exitosa.
Y el primer paso para ganarle la batalla a la soledad no solo es aprender a disfrutar y aprovechar el tiempo que compartimos con los demás, sino también de usar a nuestro favor cada instante que estemos solos, pues este puede ser un espacio útil para reencontrarnos con nuestra propia esencia y reconocernos como ese ser humano que piensa, siente y que, naturalmente, está vivo.